miércoles, 21 de julio de 2010

Tocando las puertas del cielo. Capitulo cinco

COMA BLANCO
POR MI DIABLO
http://demybolsillo.blogspot.com/
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Algo no anda bien. Tengo miedo de abrir los ojos y descubrir cosas horribles. Los mantengo cerrados aferrado a sus labios. Atando su cuerpo al mío, aprisionando sus brazos entre los míos, mezclando mis piernas con su aliento, presionando su corazón con un martillo.

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Respiro su aliento y siento su cuerpo palpitante sobre el mío estremecido. Hace tanto... que ya olvidaba lo fuerte que puede ser la luz del sol, lo suave que pueden ser las flores, lo frescas que pueden ser las tormentas de medianoche o lo confortable que puede ser amanecer entre sabanas tibias, abrir los ojos y admirar su sonrisa. Por eso tengo miedo, porque a pesar de que siento su cuerpo y respiro su aliento, tengo la sensación de que algo no esta bien.

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Así que mantengo los ojos cerrados y me guío por mi olfato, me dejo llevar por mi tacto en la suavidad de sus formas. Mis manos se cierran sobre sus pechos y en mi oído, lejano, alcanzo a escuchar un tibio gemido que dice te quiero. Deslizo mis dedos en círculos hasta su vientre, abro los brazos y los cierro en su espalda y girando sobre la cama nos enredamos entre las sabanas que desprenden aromas cómplices de noches a solas. Largas noches de espera que huyen veloces entre susurros. Escapando sin tropezar con las promesas tiradas junto a la ropa en el piso.

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Llevo mi boca a la suya e introduzco mi lengua por su garganta hasta su pecho, hago un esfuerzo para introducir mi extremidad bucal en lo más profundo de su intimidad, para rozar su corazón con la punta agradecida. Ella pega pequeños gemidos felices. Bebo chorreante su alegría que llevo a mi cuerpo y la tomo del pelo y acaricia mi faz con la suya. La graciosa punta de su nariz busca la mía, al encontrarse se frotan y se acarician, se bañan en sonrisas y buscan nuevas palabras para definir alegría.

Entonces pequeñas arañas trepan mi espalda. Mientras salvajes bestias me muerden los hombros, la siento en mi vientre y me regala la espalda. Mis dedos valientes matan arañas y buscando su guarida aventureros se pierden entre sus piernas, que, imbatibles los hacen huir de vuelta a las altas montañas donde felices traviesas juegan las yemas mientras ella lame mi cuello, busca mi boca y me besa.

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Mi puño se cierra presionando con fuerza. La saliva, siento su tibia saliva invadirme, puedo sentir su lengua, tan viva, acoplada a la mía, incluso siento sus poderosos labios succionando los míos, apretando, empujando, buscando sedientos mi aliento. Sin embargo es el puño cerrado el que me indica que algo aquí, no esta bien.

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Entonces se tensa mi espalda con fuerza; pues ella con lujuria cabalga, la forma del sol sus caderas describen sobre mi vientre acopladas a versos sin forma, al rítmico latir de nuestros corazones vencidos. Una ola de placer se estremece en mi inferior. Otra ola de angustia se expande en mi cuerpo. Escucho como sus tiernos gemidos se convierten en liberadores gritos que se esfuman en el batir de astas del ventilador. Yo no grito, sólo contengo el aliento y me aferró a mi cuerpo, porque de pronto comprendo, como luz enceguecedora, qué es lo que me perturba, qué es lo que no esta bien.

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Mi mano me suelta y mi espalda descansa. Entonces un suspiro venenoso se me escapa; sube al techo y se disuelve en un lamento. Abro el puño, y los ojos. Toso un poco. Y buscando a tientas su mano encuentro las alas de un recuerdo muerto chorreado en mi vientre.

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Tengo que dejar de hacer esto, rentar una película porno o algo; debe haber alguna manera menos patética de masturbarme que pensando en ella.

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