POR MI DIABLO
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“La vida es un sueño, prueba de ello, son las pesadillas que vivimos a diario”
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Una gota carmesí escurre por una sonrosada mejilla hinchada. Las raspadas y adoloridas rodillas delatan que ha estado mucho tiempo hincado en las piedras sobre los gusanos. Las sucias y rotas uñas de sus cansadas y maltratadas manos esperan con sed agonizante que las ponzoñosas pesuñas de aquella anciana senil y calva le den las seis monedas por las cuales arrancaron la hierba mala del jardín durante toda la semana
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La dulce viejecita va con lentos pasos a su cuarto, se reposa en su cama un momento, inquietando a la familia de ratas que dormía en su almohada. Su amable sonrisa hace más evidentes sus evidentes arrugas. Es fácil imaginar que entre esos flácidos pliegues de piel hay colonias de hongos fétidos, todo un ecosistema con vida ahí dentro, que luchan para defender sus fronteras de larvas de mosca y otras criaturas detestables. Ahora sé que toda la vida de este planeta, no es más que una arruga en el rostro de una anciana agonizante
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La tierna mujer se acerca sin prisa al pequeño niño que perplejo espera que el costal de huesos le entregue su dinero. La espera se vuelve angustiante cuando la cansada señora se detiene a dedicarle algunas palabras que no tienen sentido para el pequeño. Él sólo quiere el dinero para poder huir lejos de esa grotesca imagen que el tiempo en su viciado ocio esculpió en una persona que alguna vez debió ser fresca como una gota del rocío matinal escurriendo en una flor de primavera
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La gentil vieja estira su brazo con el puño cerrado al niño que observa pasmado las llagas de las manos y la suciedad de sus uñas, mira sus propias manos en igual estado, pero encuentra una ligera diferencia; las suyas no tienen ese olor a podrido. El puño se abre lentamente dejando caer en la infantil mano seis monedas de cobre, las monedas parecen brillar, pero solo reflejan la luz de los ojos del niño que las mira extasiado. Ni un crepúsculo esmeralda, ni los tres colores que le faltan al arco iris, ni una sobredosis de heroína, pueden ser tan hermosos como la cara de un niño iluminada
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¿Cuál es el motivo último de su alegría? No es la satisfacción de un trabajo bien hecho, ni siquiera el poder huir de esa casa con olor a muerte cercana. Es un calor dentro de su pecho… “quiero una rosa blanca, tráemela y seré tu novia…”
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El pequeño tomó de su mano dos monedas y se las devolvió a la anciana, esta sonrió y una cucaracha salió de su boca para buscar cobijo dentro de su nariz
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- Ve a tomarla del jardín, toma la más bella y grande que encuentres
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Corriendo con rosa en mano, el retoño pasa por un estrecho callejón gris que se abrió a medida que salio a una transcurrida avenida. Sube al puente peatonal, pasa por una pequeña tienda en donde se detuvo a comprar caramelos. Continua su camino, dobla a la derecha al llegar a la esquina y finalmente llega a una elegante casa, adornada con flores multicolores que se enredan a lo largo y alto de las paredes. El pequeño se alza de puntas para poder alcanzar el timbre con el dedo. Repite la operación un par de veces hasta que la pesada puerta con cisnes tallados en las orillas se entreabre para dejar salir a una bonita niña de grandes ojos almendrados. La niña pelirroja sale dando pequeños saltitos con un pie hasta llegar a él. Lo mira y le dedica una alegre sonrisa al ver la blanca rosa
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- Esta hermosa, pero... – Exclama llevándose sus regordetas manos a sus sonrosadas mejillas – pero... alguien me la dio primero
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El niño apretó los puños, y, la rosa se pintó de rojo
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Me estiro en la cama tratando de olvidar mi infancia; no debí detenerme a comprar caramelos, una caja de cigarros hubiera valido la pena.
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