jueves, 29 de julio de 2010

Destaca el Ajedrez Veracruzano Femenil en los Juegos Nacionales Deportivos de Educacion Media Superior


ELIZABETH BARUCH MARTINEZ DE JALTIPAN, VERACRUZ
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POR CATON VERACRUZANO:
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El equipo femenil veracruzano de ajedrez concluyó su participación de manera brillante al lograr el segundo lugar general en el marco de los X Juegos Deportivos Nacionales de la Educación Media Superior 2010, realizados en Querétaro, Querétaro del 27 al 28 de Julio del presente año.
El equipo conformado por Elizabeth Baruch Martínez, Taneci Zeferino Gómez, Emma Citlalit Ortiz Nolasco y Genesis Deyanira Uritia Ramírez logró 14 puntos totales, frente a 14.5 puntos logrados por el equipo de Aguascalientes, quien obtuvo el primer lugar.
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La delegación femenil veracruzana logró derrotar en matchs por equipos a sus similares de Querétaro (2.5 a 1.5), Durango (2.5 a 1.5), Estado de México (3 a 1), Puebla (3 a 1) y San Luis Potosí (3 a 1).
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En el desempeño individual cabe destacar la actuación de Genesis Deyanira Uritia Ramírez quien a pesar de no contar con rating oficial obtuvo un score de 5+0=0-, logrando quedar en el quinto lugar individual, frente a otras jugadoras con rating de hasta 1790 puntos ELO. Otra destacada ajedrecista fue Elizabeth Baruch Martínez con un marcador de 3+1=1-.
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Felicitaciones a las ajedrecistas del equipo veracruzano.

lunes, 26 de julio de 2010

nubes negras. Capitulo nueve

COMA BLANCO
POR MI DIABLO
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Soy un hombre de costumbres, todas ellas, malas. Despierto de mi letargo vespertino, perezosamente despego mi rostro de la babeada almohada, me paro frente al espejo. Me rasuro y fumo mientras hablamos.

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¿Vas a salir?

¿Se nota?

No. Pero como sales todos los días, supongo que hoy también lo harás.

Voy a salir.

¿Y a dónde vamos?

Voy... al mismo lugar de siempre.

¿Hoy también?

Exacto. Que perceptivo.

¡Oh! No es posible. ¿En verdad crees en todas esas estupideces románticas de tus sueños?

Soy un hombre muy supersticioso.

Mira, un hombre como tú, debe tener a una mujer como tú. Búscate a una fea, a una gorda, a una deforme ¡o a una ciega!

¿No habíamos tenido esta conversación antes?

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Salgo de mi casa, es un hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo hago todos los días, para recorrer el mismo camino que recorro a diario.

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Paso por un estrecho callejón gris a medida que salgo a una transcurrida avenida que cruzo por el puente peatonal, paso por una pequeña tienda en donde me detengo a comprar cigarros. Continúo el camino. Doblo a la izquierda al llegar a la esquina y finalmente llego a una modesta cafetería de corte italiano que algún día he de atreverme a visitar.

Me detengo a sacar un tabaco. Lo coloco en mi boca y saco el encendedor. Una gota de lluvia aterriza en la mano con que lo sostengo. Levanto el rostro alzando la mirada y cae otra gota justo entre mis ojos, cae una más en mi zapato, otra más en mi costado. Cae otra más y gota a gota empieza una fuerte lluvia que me impide encender mi cigarro.

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Comúnmente no me importa y continúo mi caminata bajo la lluvia, pero en esta ocasión me resguardo bajo la puerta de la cafetería. En donde se encuentra un tipo bastante apuesto; cabeza rapada, ojos azules. Su nariz tiene el tabique recto, poco respingado y su cara posee esa rara expresión inexpresiva, que puede volver a una persona irresistiblemente encantadora. Sin embargo, su presencia me alarma.

- ¿Quién eres tú? – pregunto sorprendido.

- Pues... – contesta poniéndose un puro en la boca – soy Poe.

Poe, definitivamente no es lo que esperaba encontrar.

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- ¿Qué haces aquí?

- Espero a que pare de llover... ¿Que querías? ¿Qué estuviera esperando al amor de mi vida?

- ¡No! Aquí es donde yo espero al amor de mi vida.

Respondí rotundamente, no iba a permitir que este tipo usurpara el lugar que el destino ha designado para mí.

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- Vaya… ¡Pues aquí estoy! Aunque no me agrade la idea...

- ¿Qué insinúas? No. Claro que no. Vete de aquí, lo estas arruinando.

- No me parece, la lluvia esta muy fuerte y si me mojo, después me esponjo – decía, a la vez que buscaba algo en su pantalón y su gabardina. – Pues lo he perdido – dijo para sí mismo como resignándose, entonces me vio encender mi cigarro. -¿No enciendes el mío?

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Lo hice.

- Tranquilo amigo, esperemos juntos al amor de nuestras vidas – comentó dándome unas palmaditas en la espalda.

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Definitivamente muchas veces parece que todo va a salir perfecto y, a Dios, le da por aflojar el esfínter.

domingo, 25 de julio de 2010

Hard memories street. Capitulo ocho

COMA BLANCO
POR MI DIABLO
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Las gaviotas vuelan, la marea me golpea, el mundo se me abre de nuevo brilla el sol, escucho tus ojos y respiro tu aliento, y siento tu cuerpo y me sueño en tus brazos, y abro los ojos, y encuentro una pinché almohada bebiendo lagrimas.

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Por un momento me sentí tranquilo. Por un momento soñé, que seguías conmigo.

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Despierto de mi letargo vespertino, perezosamente despego mi rostro de la llorada almohada. Me paro frente al espejo.

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¡Vamos! Sólo mírame, soy más alto, más guapo, más simpático, más interesante, simplemente soy más que ella y jamás podrá volver a tener a alguien que se asemeje ni remotamente a mí.

Lo trágico de esto se encuentra en que, probablemente, ella necesita a alguien que no se asemeje ni remotamente a ti.

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Tomo un cigarro y lo enciendo mientras recuerdo como se abren en el aire vacíos que dos no pueden respirar.

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“No pienses en mi”.

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Vacíos que se alargan sin final. Amargo placer es recordar tu mirada, esfumándose, mientras la mía se apaga.

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Y a pesar de ello, no puedo dejar de pensar en ella.

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Arrojo el cigarro al fondo del escusado.

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Tal vez, era el amor de mi vida.

Tal vez necesites unos tragos.

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Entonces siento algo dentro de mí, listo a invadirme. Cierro los ojos para que no se escape. Dos lágrimas escurren a la vez que tomo una playera y de un portazo cierro la puerta a mis espaldas.

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Salgo de mi casa, es un hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo hago todos los días, para recorrer el mismo camino que recorro a diario.

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Paso por aquel callejón donde les pusimos nombres a los hijos que nunca tuvimos. Salgo a la avenida de las falsas esperanzas, y ahí, en la esquina con el boulevard de los sueños rotos, esta el puente peatonal donde nos conocimos. Ahí estabas, esperando a nadie. Viendo el rítmico vaivén de los autos. Recuerdo que hasta me falto el aire cuando me miraste. Me detuve a tu lado sin mediar palabra. Encendí un tabaco y sin darme cuenta, nos tomamos de las manos.

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Despierto de la lozanía. Sufro un ataque de rabia hacia mi mismo. Cierro los ojos, aprieto el puño frenético con la intención de golpear la brisa y me frustro al tocar el vació.

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Alguien dijo una vez: “El corazón es un músculo. Y su función, no es la de guardar sentimientos. Es el cerebro, la memoria, la que te arroja esas imágenes que nublan tu juicio, la culpable de tu dolor”. Creo que tiene toda la razón. Más de nada me sirve saberlo si no logro deshacerme de mis recuerdos. Por eso me acabo a tragos y me atasco drogas, para matar las neuronas. Para borrarte de mi pasado, sin embargo, las cosas no han salido como las he planeado.

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De inmediato trato de recordar las cosas malas: Aquellos pequeños detalles hirientes que me lastimaron tanto, pero, aunque me parece increíble, los he olvidado. Sólo conservo bellos recuerdos. Imágenes en la memoria que engañan a mi corazón; nublan mi juicio. Imágenes que pasan ante mis ojos como si las viviera en ese momento y de la misma manera, como si sintiera el roce de tu cuerpo. Sentimientos que enervan mi piel y que, cuando se esfuman, me lastiman.

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Subo el puente peldaño a peldaño. Mis ojos se cristalizan y se quiebran inundándome de memoria ¡Oh! Recuerdo esos lindos quejidos tuyos, los que pegabas cuando no estabas de acuerdo con algo. Recuerdo cosas tan insignificantes que te hacían tan grande: Como el tono de tu voz, tu tibio aliento, tus suspiros, los besos desde luego, de tus labios oro rubí, tu oscuro cabello rizado y tus ojos tiernos de niña inquieta, tu mirada coqueta y traviesa, tu manera de torcer la boca cada que disparabas un beso a distancia.

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Recuerdo más claramente que nada, porque como ponzoñoso dardo me atormenta, la vez que llegué a buscarte al parque. Quedamos de vernos bajo las doce estatuas del zodiaco. Al llegar, te busque sin hallarte con la mirada y acalorado corrí a refrescarme en la fuente. Entonces, sentí un par de manos en la espalda, sorprendido te arrojé agua al voltear. Y en tus bellos ojos, que se abrieron y brillaron, a través del agua, ví un arco iris.

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Pero también recuerdo cosas burdas y tontas: Como que no te gusta el pollo, como que querías probar los hongos, o la manera tan fría en que ignorabas a tus amigas cuando peleabas con ellas. Quizás he olvidado tu color favorito, pero recuerdo el de tus ojos. Que vestías de blanco, tu gusto por el campo y los espacios abiertos. Tu pasión por los girasoles y esa manía tuya por ver bailar a la gente, y que, a pesar de lo mucho que lo deseabas, nunca te atreviste a hacerlo. Si, sé que lo querías, aunque lo negaste cada que te insistí, porque no podías dejar de mover los pies acompasados al ritmo. Hablando de pies se me revela ahora tu manía aquella por las piedras lisas de los ríos. Recuerdo como las atrapabas con los pies aquella vez que fuimos a las montañas; la vez que te quedaste dormida después de tres cervezas en nuestro aniversario.

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Y recuerdo que planeamos ir al mar para el siguiente.

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En el puente, abrazados, hallo un par de enamorados. Ni siquiera trato de ocultar mi agria mirada que sólo refleja envidia y desprecio a lo que sienten.

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Me siento muy incomodo por eso, pero ellos se sienten más, ante la visión de lo que le depara a alguno de los dos y se van. Más relajado en mi soledad, suspiro y me recargo. Me detengo a admirar los autos. Es una pequeña forma de decir te extraño.


viernes, 23 de julio de 2010

Serenity. Capitulo siete

COMA BLANCO
POR MI DIABLO
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La gente es extraña, cuando eres extraño

-THE DOORS.

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Hay un lugar en alguna parte al que voy cuando dejo de pensar, cuando puedo apartar mi mente de mí, cuando puedo alejar el estrés y el miedo a vivir. Un lugar en donde miro al cielo sin dolor. En donde el viento galopa por las praderas. Todo es tranquilo y fresco como el césped por las mañanas.

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Mi mano busca la suya y la encuentra buscando la mía. No necesito voltear, sé que sus ojos al igual que el cielo, estarán por siempre. Todo es justo como debe ser. Hay un lugar en alguna parte al que voy cuando fumo, todo es tranquilo y fresco, sobre todo si son mentolados. Y ahora se ha ido. Mi mano busca la suya sin encontrarla, no necesito voltear, sé que sólo hallaré las alas rotas de un recuerdo muerto.

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Algo no me deja dormir, un estúpido zombie que vive debajo de mi cama, un muerto viviente, el despojo de algún sentimiento guardado que prefiero no encarar. Intranquilo me revuelco en la cama dando vueltas de un lado a otro, estoy como aturdido, no comprendo lo que pasa. Tallo mis ojos al despegar mi cara de las sabanas. Hay un problema con mi ojo derecho, todo esta nublado, no puedo ver nada con él, esta empañado. Lo saco de su órbita, le escupo y lo froto con una franela para limpiarlo, ahora todo está más claro; quiero un cigarro.

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Veo sin atender lo que estoy mirando, percibo que alrededor hay una clase de polvo mágico de hada mágica de cuento infantil.

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Maldita sea, tienes caspa.

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La observo con atención. La caspa es un fino polvo blanco, como la cocaína pero gratis. Esto más bien es incoloro, casi intangible. No es caspa, es tristeza. Quiero un cigarro.

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Realmente la extraño. A gritos apagados en una almohada. Mis ojos aún se cristalizan y se quiebran con el recuerdo. Me arranqué una arteria e hice un collar con mis lágrimas, subí a mi azotea y lo colgué en la luna. Para que cuando alguien se la baje junto a las estrellas, lo encuentre y se vista con mi dolor. Quiero un puto cigarro.

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Soñé algo bonito. Trato con desesperación de recordarlo, pero por más que intento es inútil. Las imágenes se escapan diluyéndose en el aire como el humo de un cigarro. Me caería bien una fumada. Sólo logro aferrar a mí una sensación, que sin las palpables imágenes que la sostengan se vuelve frustrante.

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Algo me perturba, necesito algo para calmar mi ansiedad. Algo hace falta en el mundo, algo que le de un fresco sabor a menta. Necesito algo para estar tranquilo, algo a que aferrarme. ¡Oh! Tengo antojo de un cigarrito.

Me da la sensación de estar esperando algo, aún no sé qué es y dudo saberlo cuando llegue, pero la espera se alarga, se vuelve cansada y aburrida. La ansiedad hambrienta, te traga para escupirte en cuanto se percata de tu mal sabor. Hace mucho no sentía esta ansiedad infantil. La sensación que más me aterra: La incertidumbre. Tan sutil como un hormigueo dentro de tu piel, tan intensa como el napalm entrando en tu cuerpo. Es muy parecido a la sensación de estar enamorado a la inversa. Mientras una es de arrojo, valor y alegría, esta es de espera, temor y tristeza.

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Es muy difícil de explicar cuando te estas enamorando, pero fácil de entender cuando se tiene el corazón roto. Es una verdadera encrucijada. Una verdadera bifurcación en el camino, es como si en un lugar estuviera tu cuerpo y perdido en la profundidad de tus debilidades, estuvieras tú en exquisita agonía.

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Uno de los caminos lleva a un lugar donde hay un arco iris, mariposas de sabores y cascadas de colores, hay mucha gente feliz, seguramente están muertos; el otro camino es oscuro e incierto; siempre he sido un aventurero. A un lado del camino encuentro a un conejo de ojos verdes fumando, le pido un toque. Responde haciendo señas obscenas y me invita a que lo siga. Me da la impresión de haber visto esto antes en una película para niños. Que se joda el conejo, no pienso meterme en ningún húmedo agujero apestoso.

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Me adentro en la incertidumbre. Siento frío. Llego a un plantío extraño. Las plantas son de tallo largo y blanco, hojas rojas y flores amarillas. De ellas cuelgan cajetillas de cigarros Arranco una; de inmediato me provoco un profundo corte en el pecho y, ansiosamente, los introduzco uno por uno entre mis costillas. Me senté a platicar con un gusano campirano.

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- ¿Qué pasa contigo?

- No lo sé – Respondí

- Te ves mal, amigo, y tienes mucha caspa.

- Esto no es caspa, es talco para las ideas.

- ¿Talco para las ideas?

- Si. Es para mantenerlas frescas y evitar el mal olor.

- ¿Y de dónde vienes amigo?

- No tengo idea... la verdad es... es que no tengo idea, estaba sentado en una nube dorada, parpadee y aparecí aquí.

- ¿Y cual es tu problema?

- ¿Quién te dijo que tengo problemas?

- Todo el que viene aquí, tiene problemas.

- Venir aquí ya es suficiente problema para mí.

- Anda, cuéntamelo todo, ¿Qué te aflige?

- Muchas cosas

- Muchas cosas ¿Cómo que?

- Me siento solo.

- Eso sin duda, estas hablando con un gusano

- Es que... la gente… no comprendo a las personas

- Yo no te comprendo a ti

- Es simple, primero te dicen que no te quieren querer, luego que te quieren y no quieren que las quieras, después que te quieren y quieren que las quieras y cuando lo haces, cuando las quieres sobre tu salud mental, cuando han logrado perder tu razón entre sus piernas y atado tu voluntad a la suya, ya no te quieren y lo peor, no quieren que las quieras, ¡Bah! La gente es extraña

- El común de la gente es extraña. Rostros salen de la lluvia cuando estas solo, las mujeres parecen perversas cuando no te desean, la gente es extraña.

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Abrace a mi amigo como a un hermano, levantamos nuestras copas y brindamos, nos embriagamos y olvidamos. Al despedirnos me regaló su sombrero, le di mi numero telefónico y le pregunté su nombre, que olvide poco antes de despertar. Pero firmó el sombrero como el Rey Lagarto”.