lunes, 19 de julio de 2010

Coma blanco. Capitulo tres

COMA BLANCO
POR MI DIABLO
http://demybolsillo.blogspot.com/
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Últimamente he estado hablando mucho conmigo mismo. Digo, siempre hablo conmigo mismo pero no de la forma tan aguda como últimamente. Ahora me siento y me hablo durante horas.
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Salgo de mi casa, es un hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo hago todos los días; para recorrer el mismo camino que recorro a diario.
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Paso por un estrecho callejón gris a medida que salgo a una transcurrida avenida que cruzo por el puente peatonal, paso por una pequeña tienda en donde me detengo a comprar cigarros. Continúo el camino. Doblo a la izquierda al llegar a la esquina y finalmente llego a una modesta cafetería de corte italiano que algún día he de atreverme a visitar.
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Me detengo a sacar un tabaco. Lo coloco en mi boca y saco el encendedor. Una gota de lluvia aterriza en la mano con que lo sostengo. Levanto el rostro alzando la mirada y cae otra gota justo entre mis ojos, cae una más en mi zapato, otra más en mi costado. Cae otra más y gota a gota empieza una fuerte lluvia que me impide encender mi cigarro.
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Comúnmente no me importa y continúo mi caminata bajo la lluvia, pero en esta ocasión me resguardo bajo la puerta de la cafetería. En donde se encuentra una linda señorita. Su largo cabello me impide verle el rostro. De las negras mangas de su gabardina escapan sus delicadas manos, cubiertas por unos suaves guantes oscuros. En uno de ellos cuelga frío, triste y muerto un cigarro. El cual amablemente me ofrezco a encender. Sonríe y levanta el rostro para permitirme verlo.
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El verde brillo de sus ojos me transporta a lugares insospechados. Es entonces, cuando me doy cuenta de que es el amor de mi vida. Eso es todas las noches.
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Y durante el día.
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- ¡Levántate cabrón!
- Buenos días madre...
- Cabrón, busca un empleo.
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¿Alguna vez oíste eso de haz fama y échate a dormir? Bueno, pues yo he dejado la fama para más adelante.
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- ¡Consíguete una cabrona vida!
- No, mucho problema.
- Una cabrona mosca ¡tu culpa!
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¿Notaste el amplio vocabulario que tiene mi madre?, se sabe caca y baboso también. En estas ocasiones me dan ganas de consumir potentes drogas intravenosas y extraviarme en el silencioso mundo del olvido. Pero le tengo miedo a las agujas.
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Madre, lamento que tengas problemas, que papá se haya ido de casa, que se haya quemado la cosecha, o que tu vida no sea lo que tu quieres, pero no es culpa de ninguna ¡puta mosca! Déjala en paz, no hace daño a nadie.

Soy un hombre de costumbres, todas ellas, malas. Despierto de mi letargo vespertino, perezosamente despego mi rostro de la babeada almohada, me paro frente al espejo. Me rasuro y fumo mientras hablamos.
¿No habíamos tenido esta conversación antes?
Lo dudo mucho.
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A veces siento como si las cosas se repitieran una y otra vez, por primera vez. Como si cada vez que despierto empezara el mismo sueño.
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Pues yo creo que deberías dejar el cigarro.
¿Eso que tiene que ver con esto?
Nada, pero se te están poniendo los dientes amarillos y odio eso.

Salgo de mi casa, es un hermoso día nublado. Doy un paso con el mismo pie con que lo hago todos los días, para recorrer el mismo camino que recorro a diario.
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Paso por un estrecho callejón gris a medida que salgo a una transcurrida avenida que cruzo por el puente peatonal, paso por una pequeña tienda en donde me detengo a comprar cigarros.
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Continúo el camino. Doblo a la izquierda al llegar a la esquina y finalmente llego a una modesta cafetería de corte italiano que algún día he de atreverme a visitar.
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Me detengo a sacar un tabaco. Lo coloco en mi boca y saco el encendedor. Una gota de lluvia aterriza en la mano con que lo sostengo. Levanto el rostro alzando la mirada y cae otra gota justo entre mis ojos, cae una más en mi zapato, otra más en mi costado. Cae otra más y gota a gota empieza una fuerte lluvia que me impide encender mi cigarro.
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Comúnmente no me importa y continúo mi caminata bajo la lluvia, pero en esta ocasión me resguardo bajo la puerta de la cafetería. En donde ella, como todos los días, no esta ahí.

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